Desde su brote a finales de 2019, COVID-19 se ha convertido en un desafío importante en la historia de la salud pública mundial. Esta enfermedad infecciosa causada por el nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) se ha desarrollado rápidamente en una emergencia de salud pública de interés internacional. El virus se transmite a través de gotas respiratorias y contacto, con síntomas iniciales similares a un resfriado común, pero los casos graves pueden conducir a insuficiencia multiorgánica. La comunidad científica global continúa investigando sus mecanismos de transmisión y opciones de tratamiento, mientras que el desarrollo de vacunas se considera clave para controlar la pandemia.
Las características de COVID-19 le confieren una alta capacidad de transmisión y la capacidad de propagarse durante el período de incubación sin síntomas evidentes, ya que los infectados pueden diseminar el virus sin presentar síntomas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que los adultos mayores y las personas con enfermedades crónicas tienen un mayor riesgo de desarrollar formas graves de la enfermedad. Con la aparición de variantes del virus, las estrategias de prevención también se ajustan, incluyendo dosis de refuerzo, uso de mascarillas y mantenimiento de la distancia social.
El SARS-CoV-2 pertenece a la familia de los coronavirus, y su proteína espiga (Spike Protein) en la superficie se une al receptor ACE2 en las células humanas, permitiendo su entrada y replicación en ellas. Es probable que el virus haya originado en un huésped animal y se haya propagado rápidamente entre humanos. El genoma de ARN del virus es susceptible a mutaciones, lo que ha dado lugar a diferentes variantes, como Alpha, Delta y Omicron, siendo esta última mucho más transmisible que la cepa original.
Los factores de riesgo de infección se dividen en fisiológicos y ambientales. Desde el punto de vista fisiológico, los mayores de 65 años, pacientes con enfermedades cardíacas o pulmonares, y personas con inmunodeficiencia son grupos de alto riesgo. Los riesgos ambientales incluyen trabajadores en instituciones médicas, empleados en lugares concurridos como transporte público, y residentes en ambientes donde no se puede mantener la distancia social. Estudios genéticos también sugieren que ciertos grupos pueden ser más susceptibles debido a factores hereditarios.
La manifestación clínica de la infección varía mucho, y tras un período de incubación de aproximadamente 10-14 días, los pacientes pueden presentar síntomas típicos como:
Los casos graves pueden progresar a síndrome de dificultad respiratoria aguda (SDRA), causando insuficiencia respiratoria. Algunos pacientes experimentan síntomas prolongados después de la recuperación, conocidos como «long COVID», que incluyen fatiga persistente y alteraciones cognitivas. Aunque en niños la infección suele ser leve, aún se deben vigilar complicaciones raras como MIS-C (síndrome inflamatorio multisistémico en niños).
El proceso diagnóstico generalmente incluye tres etapas: evaluación clínica, pruebas de laboratorio y estudios de imagen. Las pruebas rápidas de antígenos pueden ofrecer resultados preliminares en 15 minutos, pero la prueba de PCR por amplificación de ácido nucleico sigue siendo el estándar de oro por su alta sensibilidad. Los médicos pueden solicitar radiografías de tórax o tomografías para evaluar la extensión de la infiltración pulmonar, según la gravedad de los síntomas y los factores de riesgo.
En investigaciones epidemiológicas, el rastreo de contactos y el análisis de brotes en agrupaciones también son herramientas importantes. Grupos especiales como embarazadas o inmunosuprimidos pueden requerir procedimientos diagnósticos más cuidadosos. Estudios recientes muestran que marcadores sanguíneos como la proteína C reactiva (PCR) y el dímero D pueden ayudar a evaluar la gravedad de la enfermedad y el riesgo de complicaciones trombóticas.
Los pacientes con síntomas leves generalmente reciben tratamiento sintomático, incluyendo antipiréticos y una hidratación adecuada. Los antivirales como Paxlovid y Molnupiravir deben administrarse dentro de los cinco días posteriores a la aparición de síntomas para bloquear la replicación viral. Los pacientes graves pueden requerir hospitalización, con tratamiento que incluye oxigenoterapia de alto flujo, ventilación mecánica y anticoagulantes para prevenir coágulos sanguíneos.
En cuanto a la inmunoterapia, los anticuerpos monoclonales siguen siendo efectivos contra ciertas variantes, aunque se monitorea la resistencia a los medicamentos. En algunas regiones, se utilizan remedios tradicionales chinos para aliviar síntomas, pero su eficacia requiere más estudios clínicos. La rehabilitación es fundamental para pacientes en recuperación, ayudando a mejorar la función pulmonar y la condición física.
La vacunación es la estrategia preventiva más efectiva actualmente, y la administración de tres dosis reduce significativamente el riesgo de casos graves y mortalidad. La respuesta inmunitaria post-vacunación varía según la edad y las condiciones de salud, por lo que las personas mayores de 60 años necesitan dosis de refuerzo para mantener la protección. El uso correcto de mascarillas puede bloquear más del 80% de las gotas respiratorias, siendo las mascarillas N95 más eficaces para filtrar partículas pequeñas que las mascarillas quirúrgicas comunes.
Las medidas ambientales incluyen limpieza frecuente de superficies de contacto, ventilación de espacios cerrados y evitar lugares con aglomeraciones. Las personas inmunodeprimidas pueden requerir medicación preventiva adicional antes de la exposición. Estudios globales muestran que mantener una dieta saludable, hacer ejercicio regularmente y dormir lo suficiente fortalece el sistema inmunológico y la capacidad de respuesta ante el virus.
Debe acudir a un médico de inmediato si presenta los siguientes síntomas de advertencia:
Los pacientes con síntomas leves que persistan más de diez días sin mejoría, o que vuelvan a tener fiebre después de una mejoría, deben consultar nuevamente. Grupos de alto riesgo como embarazadas y receptores de trasplantes también deben buscar evaluación médica temprana, incluso con síntomas leves.
La función principal de la vacuna es reducir el riesgo de casos graves y muerte, no impedir completamente la infección. Incluso en casos de infecciones de ruptura, las personas vacunadas generalmente presentan síntomas más leves y una enfermedad de menor duración. La OMS recomienda continuar con las dosis de refuerzo para mantener la protección, además de practicar higiene de manos y ventilación.
¿Qué debo hacer en casa si tengo fiebre y dificultad para respirar?Se puede usar antipiréticos y mantener una hidratación adecuada. En caso de dificultad respiratoria, ventile el espacio y descanse en posición sentada. Si la saturación de oxígeno cae por debajo del 94% o los síntomas empeoran, acuda inmediatamente a un centro médico. Los pacientes con enfermedades crónicas deben seguir tomando sus medicamentos habituales y mantener contacto con su médico.
¿Usar mascarillas de varias capas es más efectivo para bloquear el virus?Colocar varias mascarillas de tela puede reducir la ventilación y aumentar el riesgo de infección. Se recomienda usar mascarillas quirúrgicas o N95 que cumplan con los estándares, y evitar tocar la superficie de la mascarilla. En lugares de alto riesgo, se puede usar una máscara transparente adicional, pero la protección principal depende del ajuste adecuado de la mascarilla.
¿Cuánto tiempo después de recuperarse de COVID-19 puedo volver a hacer ejercicio intenso o trabajar a plena capacidad?Las personas con síntomas leves generalmente deben descansar al menos 7 a 10 días y reanudar gradualmente las actividades una vez que desaparezcan los síntomas. Aquellos que tuvieron neumonía o problemas cardíacos y pulmonares deben ser evaluados por un médico antes de volver a hacer ejercicio. La actividad física excesiva prematura puede provocar complicaciones como miocarditis, por lo que se debe tener precaución.
¿Es correcto decir que el COVID-19 solo se transmite por gotas respiratorias?Esta afirmación no es completa. El virus puede transmitirse por gotas, contacto con superficies contaminadas y aerosoles en espacios cerrados. En ambientes con alta concentración de virus, como en hospitales, se requiere protección adicional. En la vida cotidiana, mantener la ventilación y usar mascarillas sigue siendo fundamental para la protección.